jueves, 27 de noviembre de 2008

La guerra por el control

Nuestra vida es una continua batalla contra nuestro entorno. Ya antes de nacer libramos dos de las batallas más importantes. Una “dura”, y nunca mejor dicho, carrera hacia el útero materno rodeado de peligrosos rivales, y nueve meses después una batalla en solitario por la supervivencia propia. Pero más allá de todo esto hoy quiero hablaros de una de las guerras frías más importantes y largas que vive cualquier persona desde el invento de la caja tonta. La guerra por el control, por el control remoto.

Y es que la familia es un escenario de ensayo para las futuras guerras sociales a las que nos veremos destinados como por ejemplo eliminar al repelente compañero de curro que sólo quiere ocupar tu futuro ascenso o noquear por cao al pijo que le gusta a tu futura novia, aunque ella todavía no lo sepa. El arte de la guerra es muy importante en nuestra vida, y en el caso que nos ocupa de ello dependen nuestros ratos libres para poder hacer el perro tranquilamente en el sofá.


Para empezar una guerra lo más sabio es estar preparado para librarla y tener posibilidades de éxito. Por eso durante nuestra tierna infancia nos hemos de resignar a ser derrotados una y otra vez por aquellos a los que debemos todo: nuestros padres. De pequeño no puedes hacer nada cuando te has de enfrentar a tan difíciles rivales. Si ellos quieren ver algo no podrás hacer nada, tienen todas las tácticas y la sabiduría que da la edad. Que quieren ver las noticias, te mandan a comer a la cocina, que durante la noche quieren ver un programa no apto para menores, te envían a la cama con la excusa de que has de dormir. Mentira!! realmente quieren quedarse a solas con el mando de poder! Porque sino ellos no se van también a la cama? acaso por ser mayores tienen que descansar menos? No. Aunque en estos momentos ya podemos desarrollar tácticas de desgaste. Es decir, utilizar nuestra única arma: el llanto.


Pero llega un día en que por primera vez ocurre lo inesperado. Estas en casa viendo un programa muy interesante y de repente llega uno de tus mayores que se apodera del mando y cambia de canal. Ese día quedará marcado en la historia personal como “el día en que empezó la cruenta batalla por el mando a distancia”. Lo primero que hace uno en tal situación es intentar una vía diplomática.

  • Por que cambias de canal? Estaba viendo eso?

  • Es que echan El diario y lo quiero ver.

  • Pero es que yo estaba antes y estaba viendo el documental? (vale suena poco creíble porque ya casi nadie ve documentales, pero es sólo un ejemplo)

  • Bueno ya, y que?!

De repente se hace un silencio extraño mientras se escucha la TV de fondo y sabes que las guerra a comenzado. A partir de ese momento has de ocupar posiciones y contraatacar con las tácticas más rastreras. Que cambia de canal y no quieres permanecer viendo semejante basura, vas a la habitación y pones la música alta. Que no quieres un enfrentamiento directo, esperas a que vaya al baño para cambiar de canal y de paso pones somnífero en la bebida para que cuando vuelva no pueda molestarte más.


Y es que la guerra por el mando a distancia puede romper familias. Entre hermanos las fuerzas son niveladas y muchas veces se acaba con el combate cuerpo a cuerpo y aunque en ese caso los mayores tenemos las de ganar los pequeños agudizan el ingenio para salirse con la suya:

  • Mamaaaaaaaaaaaa que MALH me ha pegado.

    Entonces te tienes que inventar una excusa rápida, cualquier cosa o desviar la atención.

  • Es mentira se a pegado solo contra el borde de la silla yo no he hecho nada y sangra porque quiere.

    Madre: Me tenéis los dos harta!!!!!! ale los dos castigados sin tele.

En ese momento te das cuenta de que la batalla a acabado en empate por subestimar al rival y es que no hay rival pequeño, pero lo más útil es pensar en la próxima contienda, tranquila madre no te volverá a molestar. Y como buen autoestopista intergalactico recurres al mejor objeto que puedes encontrar: La toalla. La próxima vez no habrá marcas y tampoco testigos, pues le espera una buena tunda al pequeñajo.

Con el tiempo emprendes campañas más arriesgadas como intentar ganar el control cuando alguien está viendo un programa e intentas, vía disuasión, apoderarte del control. Puedes utilizar tácticas muy sutiles como:

  • Echan “Tomates verdes fritos” a las 22:00, te apetece verla?

  • No.

  • Pues te jodes que aquí mando yo.

    Vale no es muy sutil pasemos a la siguiente ejemplo.

  • Tengo palomitas, si quieres, tendremos que ver la peli.


Con el paso de los años la batalla se traslada a otros escenarios. Por ejemplo cuando te vas a vivir a un piso compartido con compañeros y/o universitarios. Está claro que aquí prima la diplomacia sobre la fuerza bruta y aprendes a negociar y sobre todo y más importante a comprar votos. No se sabe porque pero para ver la TV se establece una diplomacia cuando se podría arreglar todo a base de hostias.

  • Yo votaré ver el internado el jueves si tu votas ver el hormiguero el martes.

En este caso también prima mucho quien llego antes al mando, por eso los universitarios se preocupan de hacer deporte, ya que el primero que llegue al mando ganará el poder. Es como si el mando fuese la meta de una carrera de 12 metros que tienes desde la entrada hasta el comedor. Con el tiempo te curtes en batallas y eres capaz de aprovechar hasta los estados de ánimo, hacer zancadillas, etc, etc.


Más tarde llega la vida en pareja y en este nuevo escenario no sólo te juegas el estar delante del sofá sino muchas otras cosas que tu pareja utilizará en tu contra como arma arrojadiza. En este momento has de ser capaz de exprimir tu ingenio al máximo ya que se avecina una de las guerras más antiguas de la humanidad: la guerra de sexos. Pero eso ya lo explicaré otro día. Ahora voy corriendo al comedor que acaba de llegar un compañero de piso !!!!!!

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