miércoles, 24 de diciembre de 2008

Akumetsu

“Nasagawa Shiina era una de tantas estudiantes de instituto de tercer año cuando la empresa de sus padres entra en bancarrota. Para pagar las deudas, su familia la vende a las redes de prostitución. En su primer trabajo, un misterioso hombre enmascarado arruina la fiesta... y es alguien que ella conoce...”

Así presenta onemanga este manga, y sólo con estas pocas líneas ya nos podemos dar cuenta de que no es una serie más. En Akumetsu se nos presenta un Japón arruinado, donde reina la corrupción entre la “élite” de la sociedad, con una policía que sólo mira por sus propios intereses y en la que la gente de a pie se encuentran desemparados ante los poderosos, viviendo con el temor de ser despedidos o fracasar en sus pequeñas empresas y acabar sus días en la más miserable ruina.

Es entonces cuando aparece Akumetsu, un hombre enmascarado que con total desprecio por su vida está dispuesto a castigar a todos aquellos que se enriquecen sin importarles cuantas vidas arruinan con el camino. Y para Akumetsu, cuyo lema es “un objetivo, una muerte”, esto siempre significa la muerte de su objetivo y la suya misma.

En mi opinión personal, admiro al autor a realizar una obra de estas características en los tiempos que vivimos. El protagonista, más allá de sus características especiales y sus posibles justificaciones, no deja de ser un terrorista. En el Japón que se nos presenta, con la justicia al servicio del poder corrompido, el único castigo que parece posible para aquellos que tienen la sarten por el mango no es otro que tomarse la justicia por su mano, y Akumetsu lo hace sin remordimientos ni pensarselo dos veces, pero eso sí, matando siempre y únicamente a su objetivo. Para él es impensable provocar víctimas colaterales, y está más que dispuesto a pagar con su sangre por cada una de sus víctimas.

Para saber la respuesta, lee el manga. Y si, es la que piensas.

Puedes estar de acuerdo con Akumetsu o odiarle por sus métodos, pero no cabe duda de que este manga te hará pensar, o al menos, disfrutar con su casquería. Y en ciertas ocasiones, al comprobar las maquinaciones que la “élite” puede llegar a hacer para enriquecerse (maquinaciones que los telediarios nos enseñan todos los días en estos tiempos de crisis) no puedes evitar, aunque sea por un momento, apoyar a este enmascarado dispuesto a llevar su justicia a cualquier precio.

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